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Trátame con amor
La cajera de un establecimiento había puesto en
su ventana un recorte de una caja de bombones en el que se podía leer: “Hemos
sido hechos con amor; por favor, trátenos también así”.
Hemos sido creados por Dios con amor. Para amar hemos nacido y sólo el amor
nos dará vida y nos mantendrá eternamente vivos. El amor es lo único que cuenta
y perdura. Según amemos, así seremos juzgados. Todos necesitamos del amor. “Toda
persona necesita más amor del que merece” (Jörg Splett). Es cierto. Si muchas
personas hubiesen recibido un poco más de amor, les hubiera ido distinto en la
vida. Eugen Biser reduce los problemas básicos de la
humanidad a tres: “exigencia excesiva, soledad y angustia”. El problema más
importante de nuestra humanidad, el único problema verdadero, es la falta de
amor. Es necesario, pues, descubrir la importancia del amor y optar por el amor.
Jesús nos mostró el único camino para tener vida: el
amor. El único mandamiento que nos dejó fue el de amarnos como él nos había
amado, es decir, hasta el final. El amor es el único distintivo de los
cristianos (Jn 13,34-35). El núcleo del amor lo define
san Juan: Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene (1 Jn
3-4). El amor de Dios no tiene principio, ni fin, ni límites, ni medida. “El
amor de Dios no se mide en nosotros, sino en Él” (Peter Knauer). Dios se hizo
carne. Dios me ama como soy y quiere que me ame a mí
mismo. Esto mismo recomienda también un dicho judío: “No te tengas en poca
estima, pues Dios no te tiene en poca estima”.
Precisamente, quien ha descubierto la belleza en sí mismo, la descubre en los
otros y se la revela. “Amor es revelar a otro su propia belleza”, decía Jean
Vanier. Cuando se le considera al otro importante, semejante a uno mismo, y se
le ama como a un hermano, la vida cambia. Así le sucedió a Francisco de Asís
cuando, después de sentir asco y temor al pasar junto al leproso, se vuelve, se
acerca a él y lo besa. El amor da unos ojos nuevos para
ver el valor de las cosas, para ver más allá de las apariencias. El amor hace
ver todo lo bueno: la mariposa en una oruga, el águila en un huevo, el santo en
un egoísta, la bondad en un criminal. El amor nos hace ver en la muerte hasta la
misma vida, en el ser humano a Dios. El amor acerca siempre, perdona y disculpa.
No juzga. Los que han conocido el amor de Dios, no
pueden dejar de amar. Quien juzga a otro y lo desprecia, es porque no ha
conocido a Dios y no lo ha visto en su corazón.
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